La Galería de Los Suspiros - II


    Bajé del barco y afuera estaban esperando los autobuses interurbanos para ir a  Montevideo o al interior del país. Al lado, algunos guías estaban buscando los pasajeros llevando hacia arriba los tableros con sus nombres. Pensaba llegar caminando hasta el barrio antiguo del patrimonio de la humanidad. Cruzando la calle principal, dando la espalda a la ruta nacional pavimentada con asfalto que se extendía desde el puerto, entré en la zona residencial. Giré a la izquierda en la primera esquina en la calle Lobo y seguí caminando dos cuadras más. Al frente empecé a divisar una fortaleza alta apilada con piedras. Pensé que por ahí  se entraba en la ciudad antigua. No había una distinción clara entre las zonas residenciales y esta ciudad, ni siquiera sabía si había un foso exterior, sino que había un puente que correspondía al puente levadizo del castillo. Pasé este y seguí caminando hacia el arco apenas circular que estaba en el centro de la muralla. Ahí aparecieron la aglomeración de casas de ladrillo y piedra y la pavimentación de las piedras excesivamente irregulares que parecían haber sido transportadas enteras desde alguna ciudad medieval en Europa. No parecía que vivía alguien pero se oía de cuando en cuando un ruido o una voz en el interior de los edificios. 
   
    Al poco rato llegué a una grande plaza. Hay una plaza llamada Plaza Mayor ubicada en el centro de la colonia española o portuguesa y sin excepción había una también en Colonia.  En la cafetería que daba a la plaza la gente tomaba el sol mientras bebía la cerveza. ¿Deberían ser turistas? A pesar de que hay algo para aprovecharse para la propaganda como la nominación del patrimonio de la humanidad, el turismo de esta ciudad no era tan avanzada y las tiendas eran bastante modestas. Tarde o temprano intervendrían aquí también los grandes hoteles y los restaurantes famosos.
  
    Ni el viento que soplaba desde el río, ni los rayos deslumbrantes del sol iban a hablar de lo que había sucedido en este lugar. Sólo yo sacaba fotos del aspecto actual de la plaza.
    Algunos de los edificios alrededor de la plaza eran museos. Visité uno tras otro y sentí particularmente interés por el del archivo regional. Sus paredes internas como las externas estaban construidas con las piedras del río y habían varias cajas de cristal bastante grandes alineadas en un espacio estrecho de dos habitaciones, en las cuales estaban exhibidos documentos y datos históricos, cerámicas y armas que habían sido excavados en las ruinas. En las paredes estaban pegados varios mapas que indicaban la línea fronteriza por cada vez que habían sucedido conflictos y que por medio de tratados se reestablecía. Sólo mirando eso, se podía imaginar la cantidad de combates entre Portugal y España. Mientras observaba los datos, un joven que parecía afable, me dijo.
 "Si quiere que le explique algo, dígame por favor.”
    Parecía el responsable del museo. Le dije que quería saber más o menos lo que ocurrió en esta tierra. Él empezó a explicarme despacio y con claridad siguiendo los mapas fijados en la pared uno tras otro desde el más viejo.
    "En la época de los descubrimientos en el siglo XV, Portugal y España descendieron con porfía por el oeste de África en busca de una ruta marítima para llegar a Asia. Los países de la península ibérica tenían que dirigir la proa hacia el Océano Atlántico ya que en la ruta mediterránea habían conquistado Italia y Turquía. El primer propósito eran las especias y la plata. Hecho un punto de apoyo en América del Sur, España se dedicó a asegurar la ruta interior para llevar la plata extraída de las montañas andinas a Europa. Era difícil romper con la nave en el extremo sur por el frío severo. Existía también la posibilidad de pasar por la ruta del norte de Perú hacia América Central pero el ataque de los pueblos indígenas hubiera sido inevitable. Por lo tanto consideraron que descender por el río Paraná y Uruguay era más seguro. Por eso estos ríos se convirtieron en los grandes encargadores del trasporte. España administraba Buenos Aires en los alrededores de la boca del río. Mientras que Portugal en el Río de Janeiro comenzaba a poner los ojos al este. España le declaró la guerra al gobernador Manuel Lobo que intentaba ocupar Colonia. De esta manera el conflicto entre los dos países empezó el 7 de agosto de 1680 y fueron repetidas interminablemente las pequeñas batallas en este lugar estrecho. Durante este periodo la soberanía territorial se alternaba siete veces entre ambos países y cada vez recibía una cultura diferente. Por ejemplo, si hablamos de las casas, el estilo arquitectónico es totalmente diferente según la ocupación portuguesa y española. Se nota enseguida sólo caminando por la calle.”
    Lo estaba escuchando mientras comparaba los mapas que tenían un sutil cambio en la forma del límite en cada uno.
    “A propósito, ¿conoces la calle de Los Suspiros?
    “No, no la conozco.”
    “Se encuentra justo antes de la muralla, el muro externo construido en la primera época colonial portuguesa. Es uno de los lugares que le recomiendo visitar.”

    “Me pregunto lo que hay...”
    “Vaya una vez a ver si le gusta.”